BROCHE DE ORO DE LA TEMPORADA DE LA FUNDACIÓN BEETHOVEN.
Publicado el noviembre 19, 2018 por Gilberto Ponce Vera
La Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas 2018 de la Fundación Beethoven tuvo un real broche de oro con sus últimos tres conciertos, provocando las más ruidosas muestras de satisfacción de parte de los asistentes, algunos de los cuales gritaban gracias a los artistas.
Santiago se ha convertido desde hace unos años en una ciudad que tiene una numerosa oferta musical, con grandes figuras internacionales que complementan a los numerosos conjuntos y solistas nacionales.
En esta oferta, mucha de indudable calidad, la Temporada de la Fundación Beethoven volvió a ofrecer un potente ciclo de diez conciertos, que como decíamos culminó con la presencia estelar del Trío Guarnieri de Praga, el pianista Ishay Shaer, y los Interpreti Veneziani.
TRÍO GUARNIERI DE PRAGA.
El Trío Guarnieri de Praga; ha visitado nuestro país en numerosas oportunidades causando invariablemente la más honda impresión, en esta ocasión reemplazaron al conjunto previsto, y en buena hora pudieron llegar para maravillar como lo ha sido siempre, el entusiasmo llegó a tal extremo que varias personas del público, además de aplaudir gritaban gracias a Iván Klansky el pianista, al violinista Cenék Pavlík y al chelista Marek Jerie, los que iniciaron su presentación con el Trío en Do menor de su compatriota Josef Suk quien no puede ocultar la influencia de su maestro Antonin Dvorak.Josef Suk. foto wikipedia
La obra escrita a los quince años, sufrió algunas revisiones posteriores antes de su versión definitiva, y muestra un claro lenguaje romántico que recibió de los invitados un certero acercamiento al estilo; con musical gracia y énfasis en los contrastes de carácter enfrentaron el Andante que recuerda un vals de carácter popular, el Vivace final de intrincados ritmos deslumbró, la sección central fue bellamente lírica.
Con mayor peso sonoro y expresivo abordaron el hermoso Trío Nº 1 en Si mayor, Op. 8 de Johannes Brahms, donde desplegaron toda la fuerza expresiva en las grandes líneas melódicas de la entramada polifonía del primer movimiento, con formidable resultado. El Scherzo siguiente derrochó virtuosismo en precisión rítmica, que se contrastó con el lirismo de la sección central; el Adagio en sus sutiles contrastes dinámicos acentuó su carácter solemnemente expresivo. El Allegro final fue una fiesta de carácter popular, que en su desarrollo acrecienta su complejidad, logrando encender de entusiasmo al público.
Finalizaron con una estupenda versión del Trío Nº 2 en Do menor. Op. 66 de Felix Mendelssohn, donde luego de la jubilosa introducción manejaron su desarrollo con cuidadoso balance y enorme transparencia, qué decir del Andante expresivo, que recuerda a sus famosas “Canciones sin palabras”, de exquisito manejo en progresiones dinámicas, la levedad del Scherzo y su extremo y asombroso virtuosismo, con el Finale con sus articulaciones y fraseos consiguieron enormes ovaciones y agradecimientos, que ellos respondieron con una variación del Trío Dumky de Dvorak.
ISHAY SHAER.
El gran pianista israelí Ishay Shaer ocupo el escenario en el concierto siguiente, demostrando una vez más su gran musicalidad, que le hace abordar cada obra en el más estricto estilo, a ello debemos agregar su limpia y asombrosa digitación.
El programa de gran interés y belleza abrió y concluyó con obras de Ludwig van Beethoven, primero se escucharon sus 6 Bagatelas Op, 126, que muestran muy bien la madurez del compositor, Shaer abordó cada uno de los pequeños mundos enfatizando su diferente carácter, respondiendo muy bien al virtuosismo requerido por algunas, es así que fueron cantábile, extrovertidas o contenidas, otras profundas, transparentes o complejas, pero siempre en el más certero estilo del Beethoven maduro.
Su versión de las 6 Piezas de Johannes Brahms del Op. 118 fueron la expresión más palpable de la sensibilidad y musicalidad de Shaer, descubriendo tanto la polifonía implícita como los sutiles cambios de carácter y expresividad de cada una de ellas. El solista las abordó con virtuosismo o sensibilidad con dulzura o fuerza, dejando suspendido al publico que solo atinó a ovacionar sin pausa la versión.
Una demostración palpable de su virtuosismo vino con la interpretación de Tres estudios de Claude Debussy, dejando en claro su extraordinaria digitación, que no descuida nunca la expresividad, el atónito público lo ovacionó.
Pero aún restaba ese monumento que es la Sonata Nº 32 en Do menor, Op, 111 de Beethoven con que cerró el programa, que en sus dos movimientos da cuenta del acongojado momento de su autor.
Shaer captó todo lo expresivo presente en la partitura, muchas veces cerca del desgarro. Después de la impresionante introducción nos mostró el tema fugado con gran claridad, a una velocidad que a momentos nos pareció un tanto rápida, no obstante muy expresiva, pero perfecto fue su arco expresivo.
Su segundo movimiento lo inició serenamente expresivo a la manera de preguntas y respuestas, para luego enfocar sus variaciones con diverso carácter y dinámica pero siempre con la mayor sensibilidad y expresividad.
Sin duda fue una de las figuras estelares de la temporada.
INTERPRETI VENEZIANI
Culminó esta notable temporada con la siempre bienvenida presencia de los Interpreti Veneziani, que una vez más triunfaron totalmente.
Una de las características del conjunto es que en el, no existen las estrellas, pues todos lo son, y el programa permitió demostrarlo, pues todos se alternan en los solos de las obras.
Como virtuosos del barroco y especialistas en los maestros italianos no extrañó que Antonio Vivaldi ocupara una parte importante del programa, es así que con perfectos ataques y articulaciones además de impecables fraseos se abordara el Concierto para dos violines y cuerdas en el que destacó los diálogos de los solistas con el chelo, o los diálogos entre ambos violines en el Larghetto -una joya expresiva-, o bien la fuerza del final.
En el Concierto para violín que siguió sobresalió el virtuosismo del solista y el manejo general de contrastes, o bien la melancolía expresiva del Adagio, así como la progresión dinámica del Allegro final.
El chelista del conjunto Davide Amadio, que se distingue tanto por su extremo virtuosismo como por su histrionismo, abordó el Concierto para chelo y cuerdas, con espléndidas articulaciones y otras exquisiteces técnicas, sin descuidar jamás su expresividad.
Un salto en estilo fue “I Palpiti” de Nicolò Paganini para violín y cuerdas en un despliegue de virtuosismo del solista, que asombró a los presentes por su derroche técnico.
El Concerto Grosso Nº 4 del Op. 6 de Arcangelo Corelli les mostró acentuando los diálogos de grupos, como en la expresividad en el Adagio, con el sutil acompañamiento del clavecín.
De Felix Mendelssohn interpretaron luego su Sinfonía Nº 10 escrita a los 14 años en una versión que dio cuenta del gran compositor que sería de adulto.
Finalizando con “La ronde des Lutins” de Antonio Bazzini obra de gran exigencia para el violín solista como para el resto, tocada como si fuera solo un juego por el solista como por el conjunto.
Ovaciones enormes que les llevaron a ofrecer dos encore brillantes, un movimiento para violín, chelo y cuerdas y el final del Otoño de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi.
Fin de una temporada que dejó una vara muy alta.
Gilberto Ponce. (CCA)