por Gilberto Ponce Vera
En un verdadero evento se convirtió la presentación de la Orquesta de Cámara del Concertgebouw de Amsterdam en el Teatro Municipal de Las Condes, en el marco de la Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas de la Fundación Beethoven, decimos esto en razón a la extraordinaria respuesta que los músicos obtuvieron del público presente, con largas ovaciones desde la primera obra.
El conjunto actúa bajo la dirección de Michael Waterman desde el violín, quien sin ningún aspaviento concerta con precisión a sus músicos, en este caso en un programa de gran atractivo e interés.
El Concierto para dos violines en Re menor de Johann Sebastian Bach interpretado por Rosanne Philippens y Jae-Won Lee que inició a la jornada dio cuenta de la exquisita calidad de los intérpretes. En el las solistas lo enfrentaron con sutiles timbres diferentes, por lo que los diálogos entre ambos instrumentos se enriquecieron notablemente, asimismo dio la impresión que el enfoque fue a la manera de un Concerto Grosso por la forma de llevar la interacción entre solistas cuerdas y clavecín.
Ya en el primer movimiento llamó la atención el manejo vital de los fraseos y acentuaciones en preguntas y respuestas entre solistas y conjunto. De gran belleza y musicalidad fue el segundo, en el que las solistas simplemente “cantaron” con sus instrumentos mientras el resto fue el exquisito complemento en un movimiento al que dieron nuevas luces de interpretación.
Al jubiloso carácter del tercero agregaron novedosos fraseos complementados con contrastes y acentuaciones en la medida del estilo.
Enseguida ofrecieron el Allegro para cuatro cuartetos de cuerdas del holandés Johannes Bernardus van Bree importante compositor del siglo XIX, quien además fue violinista y director de orquesta.
En este caso la agrupación se ubicó de forma tal, que podríamos en un buscado efecto “cuadrafónico” permitiendo todo tipo de diálogos entre cada cuarteto, donde en fragmentos recuerda la música de Schubert.
Van Bree utiliza exhaustivamente los recursos de las cuerdas en una obra que mantiene permanentemente la atención e interés, la versión realzó sus juegos melódicos mientras que fraseos ataques y cortes fueron simplemente perfectos.
Continuaron con una sorprendente versión del Concierto en Mi mayor para violín de Johann Sebastian Bach, en ella participó la extraordinaria violinista Rosanne Philippens, que es dueña de un musical virtuosismo.
Se apreciaron en el primer movimiento, juegos dinámicos intencionados y vitales fraseos, donde la solista fue la convocante en el carácter de esta parte.
El Adagio fue noble y expresivo, queremos destacar el desempeño del chelo en su perfecto diálogo con el violín, mientras que el Allegro final lo enfocaron a la manera de una danza extremadamente transparente, permitiendo todo el virtuosismo de Rosanne Philippens.
El encore fue un notable arreglo de Michael Watermann de uno de los Preludios de Bach, en el que la solista mostró una vez más su musicalidad y virtuosismo.
Finalizaron con una versión perfecta de la Serenata para cuerdas de Antonin Dvorak, que terminó por dejar en claro la excelencia del conjunto visitante, de la que solo nos hubiera gustado que hubiese tenido un carácter más popular, pues se trató de una austera interpretación, que no mermó en nada su excelencia, por supuesto que esta es solo de una opinión de gusto personal.
Nuevo triunfo de la Temporada de la Fundación Beethoven.
Gilberto Ponce. (CCA)