El violista Roberto Díaz trae a sus mejores alumnos del Curtis Institute

«Curtis no es para los que puedan estar ahí, sino para quienes lo merecen», asegura el virtuoso chileno.

ROMINA DE LA SOTTA DONOSO
Se radicó hace 44 años en Estados Unidos, donde ha hecho una carrera impresionante. Le han dedicado decenas de obras que él ha estrenado, y ha sido nominado varias veces al Grammy.
Roberto Díaz (1964) fue viola principal en la Orquesta de Minnesota de Neville Marriner, la Sinfónica de Boston de Seiji Ozawa y en la Sinfónica Nacional de EE.UU. con Mstislav Rostropovich. Y luego ejerció por 10 años ese mismo rol en la Orquesta de Filadelfia. Además, es miembro de la emblemática American Philosophical Society, que fundó Benjamin Franklin en 1743.

En 2006, Díaz asumió como presidente del Curtis Institute of Music, uno de los mejores conservatorios del mundo. Dos años después fundó el programa «Curtis on Tour», para que los alumnos más avanzados -y sus profesores- ofreciesen conciertos en todo Estados Unidos y el mundo.

Y justamente en la gira latinoamericana de este año, el violista chileno y cinco estudiantes avanzados de cuerda darán varios conciertos en Chile y también charlas magistrales.

Música del futuro
«Este programa les da a nuestros estudiantes la experiencia profesional del músico, con el concepto de learn by doing, es decir, aprender haciendo, y nos ayuda a contactarnos con gente joven que a lo mejor decida audicionar en Curtis. Me gustaría tener muchos más estudiantes de Latinoamérica en Curtis, y eso es posible por el nivel de talento que hay ahora, cuando existen tantas orquestas juveniles», dice Díaz.

El conservatorio que él preside en Filadelfia es de élite: de los 1.200 postulantes del año pasado solo 30 fueron aceptados. «Es súper difícil entrar a Curtis, pero todos los estudiantes tienen una beca completa, porque esta escuela no es para los que puedan estar ahí, sino para quienes lo merecen», aclara.

Los elegidos para la gira tienen entre 18 y 25 años, y son Maria Ioudenitch y Andrea Obiso (violines), Michael Casimir (viola), y Joshua Halpern y Young In Na (chelos). Y se les suma Roberto Díaz, en viola, para conformar un sexteto.

Actuarán mañana en el Teatro Municipal de Las Condes, dentro de la temporada de la Fundación Beethoven, y el martes darán un concierto gratuito para estudiantes en el Centro Cultural Carabineros de Chile (Fundacionbeethoven.org). El viernes 20 será el turno del Teatro Regional del Maule ($ 4 mil) y el sábado 21, del Teatro Municipal de Chillán (gratis).

Abrirán con «Arcana», de Kevin Puts (1972), quien ganó el Pulitzer por su ópera debut «Silent Night», en 2012. «Me fascina ‘Arcana’. Puts convirtió en sonidos la impresión que tuvo de estar en otro planeta cuando subió a la cima de un volcán en Hawai», comenta. «Yo siempre estoy buscando piezas nuevas y compositores que no conozco, y me han escrito muchos Conciertos de viola. Pero esto no se trata de si a uno le gusta o no, sino que una responsabilidad que en Curtis nos tomamos muy en serio, porque es la música del futuro. Además, como hemos comprobado en Curtis, si se quiere atraer un público más joven, tienes que darle música nueva, pues quieren experimentar algo diferente y nuevo», agrega.

También presentarán una de las obras de cámara más bellas del repertorio: el Sexteto N° 1, Op. 18, de Brahms. «Esta pieza es una vida entera. Aunque es un Brahms muy jovencito, tiene muchas experiencias. Cada vez que la ensayo descubro algo nuevo, ¡y la he tocado más de 50 veces!», cuenta Díaz.

El cierre será con Mozart y el «Grande Sestetto Concertante», transcripción de su Sinfonía Concertante en Mi Bemol Mayor. Díaz conoció esta versión por medio de quien fue su profesor de violín en Boston, el respetadísimo violinista Louis Krasner, quien estrenó por ejemplo los famosos Conciertos para violín de Berg y Schoenberg. «Él me contó que tenía este manuscrito, y que nunca se supo si lo hizo Mozart u otra persona para poder tocar la obra en un salón», cuenta Roberto Díaz.

«Las partes concertantes se pasan entre todos los instrumentos. Por ejemplo, la melodía que uno está acostumbrado a escuchar en el violín al principio del segundo movimiento después la toca el chelo. Esta transcripción está muy bien hecha y es entretenida. Bueno, con Mozart es casi imposible no pasarlo bien», ríe.